En medio de la espera por el turno para la vacunación, diversos intentos caseros para prevenir contagiarse el COVID-19 se hicieron famosos. Uno de los más populares, tal vez debido a su simpleza, es tomar sol diariamente. Lo curioso es que cuando empecé a googlear sobre la efectividad de exponerse al sol con el fin de prevenir el virus –entendí rápido que, si bien recibir la vitamina D es bueno y necesario, está comprobado que el potencial germicida de la radiación UV en la Tierra es muy bajo– me encontré con la moda de tomar sol por el ano.
Esta recomendación de la medicina más bien alternativa sugiere que exponer el perineo al sol entre treinta segundos y cinco minutos al día es una forma intensa, fuerte, distinta y renovadora de absorber la energía de esa bola amarillenta que tenemos sobre nuestras cabezas. Sugieren que, entre otros beneficios no chequeados científicamente, exponer el ano al calorcito libera la zona de gérmenes, regula el ritmo cardíaco, te ayuda a concentrarte y amplía tu propio magnetismo. En la búsqueda de iluminarte, vendértelo, hacerte entrar en la que ellos están, insisten con que hacerlo medio minuto es equivalente a pasar un día entero tomando sol. Súper efectivo.
Como no podía ser de otra manera, la cosa viene por el lado de los gurúes instagrameros. Empieza a principios de 2019, cuando un tal Ra of Earth –yogui californiano famoso por lavar su pelo largo y divino con ninguna otra cosa que no sea agua de un río volcánico y por no usar una gota de shampoo en diez años– arranca la movida. Unos cuantos famosos con miles de seguidores, entre ellos Johnny Knoxville, creador del programa de MTV Jackass, lo comparten y la cosa no tarda en internacionalizarse. Hoy en día, a dos años de haber instalado el hashtag #buttholesunning en redes, seguimos hablando del tema. Supuestamente, ¿cuándo no?, se basa en una costumbre milenaria oriental, taoísta, con una consideración por el perineo que los occidentales no llegamos a entender.
Aunque la mayoría de los dermatólogos certificados aseguran que exponer al sol las partes pudendas no tiene sentido y que entregar el ano al viento no puede si no hacer mal, hay algo que hace que la moda alternativa no desaparezca del todo de las redes. ¿Qué es? Simplemente que las fotos de personas desnudas que se agarran las piernas y permanecen en una posición similar a la de un ritual anterior a internet y los smartphones son tentadoras. Ni hablar que quienes suben esas imágenes tienen cuerpos perfectos, musculosos, a veces están en grupo, con algún filtro de Instagram, sin un miligramo de grasa, y por lo general disfrutando de su desnudez en un lugar con verde, cascadas, piedras y árboles. La idea de “Si son así de cancheros, yo quiero ser como ellos” no falla.
No es la primera vez, ni quizás la última, que quienes promulgan la medicina alternativa ven en el sol a un medicamento necesario. Lo que hace popular a esta soleadita novedosa es que, a diferencia de otras más exigentes y arriesgadas (por ejemplo, la denominada “respiracionismo”, que propone ayunos ridículamente extensos), uno se tira un ratito al aire libre abierto de piernas y chau. Queda canchero, bronceado, hizo algo taoísta y tuvo una experiencia.
Yo mismo, seducido por lo que acababa de conocer pero convenciéndome de que era solo para contarlo de primera mano, consideré seriamente entregar mi propio perineo a los rayos. Con tristeza, terminé aceptando que no tengo un lugar en el que practicar mi “baño solar mágico”: en mi balcón no pega el sol en todo el inverno, y pedirles a mis padres o a mis suegros hacerlo en los suyos me da vergüenza. Últimamente escasean los amigos con patio y/o pileta, y en esta época no creo que sea buena idea viajar para flashear medicina alternativa. Mi única opción es dejar la curiosidad para más adelante. El sol no se va, queda sobre nuestras cabezas, no hay apuro. No creo que el gurú Ra of Earth sea de los que aconsejan apurar las cosas.