Quien camina por el mundo buscándolos puede encontrarlos en fuentes, puertas, ventanas, balcones y techos. Nunca cierran los ojos y si hablaran contarían historias de hace mucho tiempo. Estoy hablando de los mascarones, esas caras de piedra que todavía decoran las fachadas de algunos edificios de los cien barrios porteños. Son el resabio de una arquitectura art nouveau, de principios del siglo XX y –según expertos– sus raíces están en las proas de los barcos, donde cumplían la función pagana de ahuyentar a los malos espíritus y asegurar un buen viaje. ¿Podría pensarse que los arquitectos que los construyeron lo hicieron con la idea de proteger a quienes vivirían en la obra que estaban construyendo? Es una posibilidad.
Esta semana nuestra Fotogalería es en honor a estos faunos, diablitos, ángeles, nenes, bufones y demonios que están en los lugares menos esperados tanto en la ciudad de Buenos Aires como tantas otras del mundo entero.