Periodista, conductor de radio y televisión (fue la voz emblemática de Cupido y desde hace siete años lleva adelante No se puede vivir del amor, por la radio pública de la Ciudad), Torchia es uno de los referentes mediáticos de la comunidad LGBT y trabaja en la divulgación y difusión de temáticas de género y diversidad sexual.
¿Cómo y dónde estás pasando la cuarentena y qué extrañás más de la vida pre pandemia?
En mi casa, con Tomás, mi amante, y a veces también con Teresa, mi hija. Desde que esto empezó no supe qué decir. Tampoco qué sentir. Menos qué pensar. Vivo fugándome y no puedo sacar conclusiones. Desde luego, tengo un sinnúmero de beneficios comparado con millones. Y tengo trabajo. Luego, no sé de qué se trata todo esto y absorbo ese misterio.
A raíz de una nota en Clarín, esta semana tuiteaste: “No se me ocurre profesión más esencialmente inhabilitada en este momento para cuestionar la formación docente que el periodismo”. ¿Cómo estás viendo al periodismo en este contexto?
Yo trabajo de periodista y me considero un inútil. En la base de mis inquietudes o de mis ideas hay una inutilidad de origen, marca personal que mi madre se encargó de tallar. No fui militar ni un profesional liberal (abogado, médico o semejantes) como a ella le hubiera gustado. Con frecuencia me decía que yo tenía “facilidad para los idiomas” y, si bien hablo inglés, hoy me siento vaciado en ese plano también. Frente a contenidos formales como matemáticas o lengua, aún siendo graduado en Letras como soy, siento que no sé nada. La práctica periodística me fue embruteciendo. Asumo mi ignorancia sin falsa modestia y creo en el desaprendizaje como método. Dejar de saber y disponerse a escuchar. Quedar en cero. Por eso me dedico a entrevistar. Mi madre también me decía charlatán.
No sé muy bien cuál es la situación del periodismo pero sí sé que no puede pensarse muy de espaldas a la precarización, el desempleo y el derrumbe general de los medios tradicionales.
Puedo referirme, sí, a la situación de la lengua y de los lenguajes en el periodismo. La lengua fue destrozada y los lenguajes, desjeraquizados (el video, por ejemplo). Hace cien años, en la Argentina, la lengua también era destrozada por Roberto Arlt, que como sabemos (gracias a Ricardo Piglia) escribía muy mal. Ese “escribir” mal produjo a Arlt. Hoy ninguna redacción nos sorprenderá con una equivalente contemporánea de Sara Gallardo. Leer y escribir (y también hacer cuentas) quedaron afuera de la praxis periodística.
En tu programa de radio entrevistás a mucha gente, y parece ser un género periodístico al que le das mucha bola. ¿Cuáles dirías que son las dos o tres claves a la hora de hacer una entrevista?
Entrevistar es lo único que, a pesar de mi inutilidad, siento que sé hacer. Quiero vivir en situación de entrevista. Me permite callar. Y yo apagado siento mejor el peso del mundo. Ojalá pueda seguir entrevistando mucho tiempo y ojalá pueda hacerlo en televisión. Hay en mí un momento físico difícil de describir pero que es el de los segundos previos a que el entrevistado empiece a hablar. Un alero. Ahí me quedo. Eso soy. ¿Y las claves? El cuerpo y los ojos. Las manos y la ropa. Y el tiempo. La entrevista es tiempo.
¿Podés mencionar entrevistadores/as que te gusten en Argentina y el mundo?
En 1993 Jorge Lanata hizo en Rock and Pop “Hora 25”, de lunes a viernes de 23 a 24. Recuerdo que yo me iba a la cama, apagaba las luces de mi cuarto y asistía a clase. Por esos años también consumí mucho a Pacho O´ Donnell, que hacía “Testimonios, los domingos a las 23 en América. También los primeros ciclos de Jaime Bayly fueron deslumbrantes. Y las entrevistas de Federico Klemm en “El Banquete telemático” por Canal á.
¿Qué libros, películas y series que leíste y viste últimamente recomendás?
Mad men y la poesía completa de Olga Orozco. No estoy viendo cine casi.
Por último, un mini ping pong:
– Una cuenta de Twitter y una de Instagram: De Twitter, @resisteunarchivo. De Instagram, “The walking conurban“.
– Un disco: “Tocame el RoK”, de artistas varios
– Un libro: “Curandería”, de Victoria Larrosa
– Una bebida: Vino tinto.
– El primer lugar al que querés ir ni bien podamos salir: Si llego con el dinero, Barcelona y París.