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Entrevista express con Martín Schorr: el poder económico que moldea el macrismo y el talón de Aquiles de las alternativas opositoras

Martín Schorr es probablemente el especialista que mejor conoce a las grandes empresas argentinas en tanto actores económicos y políticos. Desde hace años estudia las estrategias que adoptan para adecuarse a los diferentes ciclos de la economía local y global. Para sobrevivir o bien dar el zarpazo en cuanto el viento político vuelve a soplar en su favor.

En dos libros recientes, Restricción eterna: el poder económico durante el kirchnerismo y La Argentina Kirchnerista: ensayos de economía política, analizó junto a un grupo de colegas las luces y sombras de los gobiernos de los Kirchner, y las dificultades durante esa etapa para modificar la estructura productiva del país, su inserción internacional en el mercado global así como la fortaleza del poder económico para mantener su influencia y peso en la estructura productiva del país.

En esta entrevista, conversamos sobre los tres años de gobierno macrista y las mutaciones que vienen implementando las grandes empresas locales y transnacionales presentes en nuestro país, en sintonía con el nuevo ciclo que fomenta el negocio financiero y el desarrollo del sector primario. Una orientación que para Schorr es indiscutiblemente neoliberal desde lo ideológico y que es justamente la razón profunda que mina las bases del proyecto económico del macrismo.

 

Desde hace un tiempo venís estudiando el impacto de la financiarización de las grandes empresas en sus estrategias de negocios y las consecuencias que eso tiene en economías como la Argentina. ¿Podrías explicar qué cambió en la relación entre capital productivo y financiero durante los últimos años y cómo impacta eso en las estrategias que desarrollan para implantarse o no en países como el nuestro las grandes empresas transnacionales?

En realidad, desde mediados de los años ´70 hasta hoy vivimos una financiarización creciente de la economía mundial. Y eso se expresa en dos aspectos centrales. En primer lugar, el auge obviamente de todo lo que tiene que ver con los negocios financieros y los distintos tipos de actividades especulativas.

Y, en segundo lugar, una lógica que uno podría llamar financiera por parte del capital productivo, que es lo que estamos estudiando en detalle ahora con colegas de otros países, y que básicamente tiene que ver con capitales de anclaje productivo que buscan insertarse en países o sectores de actividad que les permitan una ganancia a muy corto plazo para contar con recursos para emitir al exterior, en forma de pago de dividendos a los accionistas o de remisión de utilidades.

En ese contexto, en los países de la periferia como el nuestro hay dos tipos de especialización predominante. Dicho de otra manera, lo que tiene para ofrecer la periferia a esa lógica financiera del capital productivo global son centralmente dos cosas: mano de obra barata, como una forma de contribuir a maximizar la ganancia en sintonía con esos criterios financieros que te mencionaba; y en otros casos, como creo yo que es claramente el caso de Argentina, consolidar plataformas productivas a base de recursos naturales que en países como los nuestros generan una rentabilidad elevadísima por el solo hecho de las rentas que generan.

Entonces, y pese a los intentos de los sectores dominantes para consolidar un modelo de salarios bajos en dólares para devenir también una plataforma que ofrezca al capital transnacional salarios bajos, en Argentina todavía me parece que lo que predomina es una especialización productiva que apunta a aprovechar la renta extraordinaria ligada a los recursos primarios.

 

Últimamente cobraron visibilidad pública estudios que plantean a mediano plazo una tendencia a la relocalización de las grandes empresas en los países centrales. La robotización y automatización tornarían menos interesante localizar la producción en países lejanos con bajo costo de la mano de obra, ya que esa dejaría de ser la clave de la rentabilidad, al menos para las empresas más vanguardistas. ¿Estás de acuerdo con ese diagnóstico? ¿Qué impacto podría tener esa mutación en las posibilidades de desarrollar la industria local en países como Argentina?

Me parece muy aventurado como diagnóstico. De todas maneras, sí me parece importante plantear ciertas cuestiones vinculadas al trabajo en relación a las mutaciones más recientes y a la situación que vivimos en Argentina.

Este modelo de recursos naturales y de ciertas especializaciones primarias que te describía hace un momento, alrededor de lo que ciertas corrientes económicas llaman las ventajas comparativas, tienen varias restricciones. La primera y fundamental es justamente que genera poco empleo. Argentina es un país con una población económicamente activa muy grande y ese modelo no logra generar un mercado de trabajo que otorgue condiciones para la inclusión y sostenibilidad de ese modelo en el tiempo.

La segunda, que creo se problematiza muy poco y a mí me parece que es muy importante, es que esas grandes empresas que controlan los resortes estratégicos que definen la manera en que Argentina se inserta en el mercado global, son empresas que están fuertemente orientadas al mercado mundial. Para decirlo más breve: no necesitan vender su producción en el mercado interno para reproducir su capital. Y los salarios, en este caso en Argentina, para ellos cuanto más bajos sean mejor.

Los salarios altos ya no son el factor de estímulo a la expansión de sus ventas y a la realización de sus ganancias, porque apuntan a los mercados mundiales. Con lo cual ahora tenemos un modelo que tracciona muy poco al mercado de trabajo y condiciona estructuralmente a futuro la posibilidad de la economía de mejorar el salario y la distribución del ingreso.

 

Desde hace muchos años estudiás las estrategias que adoptan las principales empresas de Argentina en los diferentes ciclos económicos. ¿Qué particularidad es para vos distintiva de la etapa macrista respecto a otros ciclos y qué impactos podría tener en los próximos ciclos económicos? Hay sectores que comienzan a postular que podrían darse las condiciones, una vez cerrada esta etapa, de relanzar una suerte de capitalismo nacional productivo. ¿Te parece que esa posibilidad es real o bien se trata de una estrategia de desarrollo perimida en el nuevo contexto regional y global?

Me parece que el dato interesante, desde el punto de vista del análisis del poder económico en estos años, tiene que ver con esa profundización muy importante del proceso de concentración y centralización del capital. Algo que no es una novedad del macrismo pero que se profundizó estos últimos años.

Lo que sí es más propio de esta etapa es que la política económica viabilizó cambios al interior de los sectores dominantes. Hubo un cierto retroceso del capital productivo industrial, que se había expandido mucho en algunos tramos de los gobiernos kirchneristas, y un avance de dos tipos de sectores: por un lado, todo lo que tiene que ver con el sector financiero, que no es solamente los bancos sino también la canalización fuerte de ahorros de las empresas a distintas modalidades de especulación financiera.

Y también hay un avance notable, tarifazos mediante, de empresas vinculadas a la prestación de servicios públicos y medicinas prepagas, entre otras. Ahí, a pesar de la continuidad del proceso de concentración, hay una ruptura que tiene que ver con el desplazamiento relativo de lo productivo industrial y un avance muy notable de sectores vinculados a servicios públicos y al sector financiero.

De esta etapa se va a salir sin dudas con un recrudecimiento de la desnacionalización económica. Pero creo que algo que dejó claro la experiencia del kirchnerismo, en muchos sentidos frustrante, fue la debilidad de la llamada burguesía nacional. Apelar a ese tipo de sujeto para encauzar el desarrollo de la Argentina es muy riesgoso e implicaría volver a caer en saco roto.

Me parece que hoy la discusión de fondo tiene que ver justamente con qué otros sujetos alternativos hay para cargarse al hombro un proyecto de desarrollo. Y ahí hay muchas opciones en disputa, que dependen de las apuestas de cada uno. Hay quienes hablan del mundo de la micro y mediana empresa, a mí no me parece que sea viable el desarrollo por ese lado. Otra visión pretende recrear un modelo capitalista con una participación y control importante del Estado.

Creo que algo de esto último vale la pena pensar, pero siempre con los límites que un proyecto capitalista tiene para un país como la Argentina. Me parece que algo que deberíamos empezar a pensar con urgencia son modelos alternativos a los que se están planteando inclusive en los espacios en teoría más afines a una mirada progresista.

Heber Ostroviesky

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