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José María Muscari: “Descreo de la clase política”

José María Muscari llega al bar de nuestro encuentro sonriendo y con la misma energía que ya mostraba en 2005, el año en que nos conocimos en el Teatro del Pueblo. A lo largo de la entrevista se muestra sereno y lúcido. Se lo nota acostumbrado al ejercicio de preguntas y respuestas pero también con la capacidad de reflexionar y conversar gustoso.

Actor, director y dramaturgo, a lo largo de más de 20 años de trayectoria ha logrado constituir un estilo propio que lo ubica como uno de los nombres más interesantes de la escena artística contemporánea. Actualmente tiene en cartel “Madre Coraje”, “Atracción Fatal” y “Derechas”, conduce un programa de entrevistas en el canal de la ciudad y participa del programa radial “La inmensa minoría”.

 

¿Qué estás cansado que te pregunten en las entrevistas? ¿Qué no gusta que te pregunten?

JMM: Hay preguntas que son muy reiterativas: “¿cómo hacés tantas cosas a la vez?, ¿Por qué llamas actrices que no son vigentes?, ¿cuál es tu idea como de la ruptura y la vanguardia?”. Esos son los lugares que en general tránsito en las entrevistas, pero no me molesta. Volver a responder algo que ya respondí en otro momento me obliga a repensarme también.

 

¿Qué es el trabajo para vos, qué es para vos trabajar?

JMM: Yo vengo de una familia muy trabajadora, mi papá era verdulero, se levantaba muy temprano. Mi mamá limpiaba casas, alquilaron toda su vida, nunca pudieron tener un techo propio. Entonces el trabajo y la cultura del trabajo siempre estuvieron muy arraigados en mi personalidad, es parte de mi origen. Para mi trabajar es sinónimo de felicidad, la paso bien, no hago trabajos que no me gusten.

Desde siempre, más allá de que  hace unos años me va bien y podría prescindir de tener que hacer un trabajo por dinero, en los momentos en los que necesitaba trabajar por dinero, tampoco hacía un trabajo que no me gustaba. Creo que siempre pude unir el trabajo a la felicidad. En mi caso el trabajo también es novedad , es diversión, es reinvención. Hago trabajos muy diferentes, con mucha distancia entre una cosa y la otra. Cada nuevo trabajo es de alguna manera es la posibilidad de descubrirme yo diferente a lugares por los que ya había transitado.

 

Viniendo de donde venís supongo que sos consciente de que asociar el trabajo a la felicidad y a la diversión es cuanto menos infrecuente. La mayoría de la gente no accede a eso y tiene que trabajar de algo que no le gusta. ¿Te considerás un privilegiado?

JMM: Soy un privilegiado que se generó su propio privilegio. No me siento tocado por la varita mágica. No pienso que todo se configuró para que me vaya bien. Fui muy gestor de mi presente, desde un primer momento, y sigo siéndolo. Puedo crear espectáculos, puedo llamar a un productor y que apueste a una idea mía, pero eso lo sostengo con mucho trabajo, yendo a las funciones, volanteando…

Mi cultura del trabajo  genera una especie de sinergia positiva alrededor de lo que hago que me hace muy privilegiado, pero generado por mi mismo. Es como que yo cree mi propia suerte.

 

Creaste tu propia suerte en un universo colectivo como es el teatro. ¿Con qué otros teatristas te relacionas? ¿Quiénes fueron tus maestros?

JMM: Yo soy egresado de la EMAD (Escuela Municipal de Arte Dramático) y en mi formación fueron fundamentales Marta Serrano, Ciro Zorzoli y Mauricio Kartun. Dirección estudie en una etapa con Rubén Szuchmacher y es una referencia muy importante para mi. “Paco” Giménez fue una gran fuente de inspiración y su forma de ver el teatro siempre fue significativa para mi. A Mariela Asencio la respeto mucho y me gusta lo que hace. Tengo muy buena onda con mucha gente.  

Me gusta como piensa el teatro y como trabaja Luciano Cáceres. Mariela, Luciano y yo somos generacionalmente parecidos, los tres venimos del teatro independiente y trabajamos un montón para lograr la profesionalización de lo que hacemos. Y de generaciones anteriores me gustan Veronese, Daulte, Spregelburd, Federico León… pero no soy amigo de ellos ni tengo un vínculo ni fluido. Simplemente los admiro.

¿Qué reflexión hacés acerca del vínculo entre tus obras y la política?

JMM: Yo creo que mis obras tienen una mirada política, porque yo la tengo y porque para mí la política es la reflexión que cada uno tiene alrededor de determinados temas que nos preocupan socialmente, o que deberían preocuparnos. Uno como artista en sus espectáculos da cuenta de lo que le pasa, de sus pensamientos y de su existencia.

Cuanto mejor comida coma, cuanto mejor salud tenga, cuanto más me eduque, cuanto mayor vida afectiva tenga, cuanto más lea, cuanto mejor objeto de arte yo consuma, mejor va a ser lo que yo cree.  Me es indivisible la existencia y la creación. Descreo de la clase política, no tengo un compromiso con ningún tipo de partido, no creo en los políticos. Creo que sus discursos están vaciados de sentido, llenos de especulación.

Es un país que está asociado a la libre corrupción, entonces todas las personas que acceden o quieren acceder a la política implícitamente saben que viene aparejado esa especie de derecho libre a robar y no ir preso. Me parece que es un sistema que está corrompido. Siempre me encuentro votando al menos peor, o al que siento que miente menos.

 

¿Te gustaría creer en alguno?

JMM: Sí, me gustaría, pero no veo ninguno con el que diga “me identifico”, “le creo a esta persona”. Todas las alianzas que hacen me parecen por estrategia y no por convicciones. No me imagino pudiendo tener ese activismo que tienen algunas personas del mundo del espectáculo, verdaderamente muy comprometidos con una figura política.

Me agarra una sana envidia cuando veo a esas personas. También me agarran mis dudas y empiezo a preguntarme si esas personas verdaderamente creen en todo eso y no le ven todos los hilos que yo le veo o le ven esos hilos pero hay algún tipo de conveniencia por lo cual expresan de manera tan clara sus ideas de adhesión a una persona.

 

Estás muy activo en redes sociales. Siempre tuviste un empuje de trabajo en relación a mostrarte, pero las redes sociales transformaron eso, cuando nosotros nos conocimos no existía Instagram y ahora parece que es imprescindible para el trabajo en los medios y el mundo del espectáculo. ¿Cómo te llevás con eso? ¿Te gusta hacerlo o es una exigencia?

JMM: Lo tomo con mucha naturalidad, me fui acostumbrando y ahora lo tengo muy incorporado en mi cotidiano. Uso las redes sociales como una extensión, una especie de volanteo cibernético, en donde también comparto algo de mi existencia pero tengo muy claro el límite entre lo cotidiano y lo íntimo. Comparto mucho de lo cotidiano pero nada de lo íntimo.

Fui entendiendo que es un espacio donde puedo volcar determinadas cosas, generar un interés, y quizás ese interés que generé haga que le preste atención a mis obras de teatro,. En ese sentido no hay mucho pensamiento, hay acción. Como el volanteo, no lo pienso mucho: tengo volantes en mi bolso o en mi bolsillo, llego a un lugar, saco volantes y le doy a la gente.

 

¿Por qué elegiste “Madre coraje” de Bertold Brecht?

JMM: Creo que a veces no las elegís a las obras, ellas te eligen a vos. Yo acerqué un proyecto al San Martín, ese proyecto no pudo ser porque era un texto de Shakespeare y ya tenían varias propuestas de Shakespeare. En el San Martín me dijeron que querían trabajar conmigo pero que pensara otro material. Con Eva Lack, la directora del Teatro Regio, empezamos a pensar juntos. Hasta que apareció Brecht y a ella se le ocurrió  “Madre Coraje”. Cuando me lo dijo me encantó.

Volví a leerla, porque la había leído durante mi formación, me pareció que tenía mucha resonancia con nuestra actualidad y a partir de ahi empezo la aventura: estuve bastantes meses adaptando el texto, armé el elenco con mucha anterioridad, en noviembre del año anterior ya sabíamos el elenco que iba a ensayar en abril. Estrenamos en agosto, hicimos una temporada muy rutilante en el Teatro Regio con entradas agotadas todas las noches. Y después nos pasamos al Teatro Regina donde íbamos a hacer solo una temporada de verano, y en función de que la obra va muy bien vamos a continuar.

Es un elenco bárbaro, encabezado por Claudia Lapacó, Osvaldo Santoro, Rita Terranova, Felipe Colombo, Esteban Proll, Emilio Vardy, Esteban Perez, Mora Onguilery y la actuación de Iride Mockert que es una gran actriz del circuito independiente, que hace un personaje muy descollante en la obra que es la hija muda. Es el personaje que hizo famosa a Solita Silveyra, un personaje mitológico de la obra de Brecht. Iride tiene un talento descomunal, deja todo, cada uno de ellos, pero es muy simbólico ese personaje porque creo que es muy difícil para un actor actuar sin texto, actuar de muda, y lo hace muy bien.

Estoy muy enamorado de Claudia Lapacó, tengo una especie de romance con ella, me gusta mucho como actua, me gusta su solvencia, su excelencia, su nivel de entrega, su visceralidad, creo que no podría haber tenido una actriz mejor para un espectáculo como este. De alguna manera me recuerda la sinergia que en su momento logre con Norma Pons, en “La casa de Bernarda Alba”.. Y lo que esta buenisimo es que juntos pudimos encontrar una sinergia para que ella se meta en mi mundo y yo meterme en el de ella y que verdaderamente esa madre coraje que yo imaginé sea ampliamente superada por el resultado de lo que hizo Claudia.

Un elemento que aparece en muchas de tus obras es el sexo, por momentos de forma bastante descarnada y directa. ¿Que es el sexo para vos como elemento artístico?

JMM: Trato de que el sexo ocupe el mismo lugar que el amor, los sentimientos, la salud o la familia, que no sea un tema tabú. Ni en mi vida, ni en mis obras. Lo erótico siempre fue una parte colaborativa en mis espectáculos pero el sexo nunca  fue un tema fundamental. Por eso este año tomé la decisión de hacer un espectáculo donde el sexo sea el protagonista, se va a llamar “Sex, hacé tu propia experiencia”, no va a ser una obra de teatro, va a ser una experiencia donde el público va a poder recorrer un lugar y ver determinadas situaciones y armar su propia historia.

Y también poner en juego lo que le pasa con su propia fantasía, su propio libido, es un espectáculo en el que quiero meterme de lleno con el sexo. Es para la segunda parte del año, porque en abril, estreno un nuevo texto propio que se llama “Gente feliz”, una comedia. Son 8 personajes, 4 parejas de generaciones diferentes que van desde los 80 a los 20 años, que a la vez son familia.

Es una especie de pretexto para hablar de lo que nos pasa con el amor, con el sexo, con el dinero, con las emociones, con la salud, mezclándolo con la familia y el amor. Y después en la segunda parte del año voy a estrenar “Sex”, que va a ser un espectáculo más performatico, más happening, más experiencia. En donde el sexo, el desnudo, el cuerpo, la eroticidad sea motor fundamental, fuente de inspiración y dramaturgia escénica para ver qué me pasa a mi con el sexo y qué le pasa a los espectadores.

Quiero un lugar en donde la gente pueda recorrer, en donde haya diferentes opciones, tengo la fantasia de que no haya un espectáculo fijo sino que vos puedas armar tu propio espectáculo, que suceden cosas y vos de acuerdo a tu construcción de lo que ves puedas armar tu obra. Como un “elige tu propia aventura sexual”. Me lo imagino más como un lugar con muchas habitaciones, y la gente ve lo que pasa en las habitaciones. Podes ir con tus amigos o con tu pareja y vos ves una obra y tus amigos otra, no van a ver lo mismo. Quiero pensar en una estructura teatral más móvil, performática.

 

¿Te gusta ser famoso?

JMM: Siempre pensé a la fama como un resultado de mi trabajo. Me gusta hacer uso de mi fama para poder difundir mi trabajo. Tengo un vínculo bastante fluido con la prensa, no le tengo miedo a lo mediático, ni a circular lo mediático, ni a ser considerado mediático, en la medida que yo pueda contar qué espectáculos estoy haciendo.

No tengo un prurito en ir a sentarme a la mesa de Mirtha o hacer un mano a mano con Jorge Rial o ir al programa de cultura de Osvaldo Quiroga en Canal 7. No tengo una mirada crítica sobre qué cosas serían profundas o culturales y que cosas no, sino que a todos les aplico el mismo principio ordenador: si me va a servir para que la gente se entere lo que hago, voy. Y por supuesto después me adapto a las leyes del mercado.

Si voy a lo de Mirtha Legrand en algún momento me van a preguntar algo que no está estrictamente relacionado con mi trabajo, que va a tener que ver con el momento, con la realidad, con algo de mi propia vida que no tiene que ver con el trabajo y yo lo voy a contestar y a la vez voy a hablar de mis obras, y si voy a un lugar como el refugio de la cultura de Osvaldo Quiroga, me van a preguntar estrictamente sobre las obras y también las voy a contestar.

En ese aspecto, no tengo prejuicios. Y trato de que no los tengan conmigo. Me gusta poder ser esa especie de persona que circula en los medios, medio múltiple choice que puede hacer todo a la vez y que puedo ir de un programa de radio nacional al canal 26.

 

Y más allá de lo que pasa en los medios ¿que te sucede en la calle ?

JMM:. La gente en la calle es muy copada conmigo, muy respetuosa. Lo que siento yo, es mucha empatía, la gente tiene mucha onda conmigo. Desde el colectivero que me toca la bocina, al tachero que me pregunta cómo va el teatro o me dice que bueno que llamé a tal o cual actor. Y me fui acostumbrando, por suerte no es que de un día al otro me convertí en famoso si no que fue una evolución.

Vengo trabajando hace mucho tiempo y al principio sonaba mi nombre, después sonaban mis obras, después empecé a circular por la televisión y la gente le empezó a poner mi cara a mi apellido, después apareció Showmatch y ahí sí la popularidad fue más grande.

Fue como un camino gradual que yo lo fui tomando con mucha naturalidad y esa naturalidad se fue solidificando hasta este presente donde así como saco volantes del bolsillo y volanteo, cuando alguien me pide una selfie la hago, cuando estoy hablando con vos y me doy cuenta que la señora de lado me presta atención lo tomo con naturalidad.

 

Hubo en los últimos años una aceptación y una visibilización de las diversidades sexuales. Si bien tu orientación sexual nunca fue un secreto. ¿Qué te fue pasando a vos en estos años con esta cuestión?

JMM: Estoy super contento de que haya una evolución. Siento que es una lucha que hicieron otros y que me beneficia, yo nunca fui activista. Por supuesto que siempre que alguien me pidió una colaboración o una ayuda lo hice. Creo que mi trabajo ha ayudado a visibilizar, especialmente mi sexualidad y la mirada puesta sobre lo que era considerado diferente, mi teatro pone la mirada sobre lo diferente hasta el día de hoy.

Cuando me preguntan por qué recupero determinado tipo de actrices, no tengo una explicación pero podría ser porque me interesa lo diferente, lo que está expulsado, lo que no está en circulación y me gusta recuperarlo y ver cómo reconfiguro esa existencia. Creo que la diversidad siempre tuvo que ver con mi dramaturgia y mis obras y en un momento eso era muy disruptivo.

Hace muchos años hice una obra que se llamaba “Shangai”  donde contaba la separación de una pareja gay, era una comedia muy divertida y no había muchos antecedentes de una obra así, que contara lo emocional de una pareja gay. Esa obra fue hace 12 años, fue muy pionera, no había ley de matrimonio igualitario. A partir de ese momento, durante un tiempo, estuve bastante asociado al teatro queer.

Después creo que lo queer fue siendo un componente más. Al principio también estaba asociado a lo vanguardista, después a lo sexual, después a lo mediático, y sin embargo siento que pude ir sacandome como el cascarón de cada una de esas definiciones porque de golpe puedo bailar en Showmatch y al otro año voy y dirijo en el San Martín. Hace 20 años hice un espectáculo de lucha en el barro con chicas desnudas y después una obra como Electroshock que era un adaptación de Sófocles.

A veces hago espectáculos con gente muy famosa entonces parece que soy un director comercial pero despues hago un casting y hago una obra a la gorra como Bollywood y reinauguro el IFT entonces ya no soy un director comercial porque hago teatro a la gorra en el Once en un teatro que estaba muerto. A mi me divierte mucho esa no- posibilidad de clasificación que genero con mi trabajo y con mi recorrido.

 

¿Creés en Dios?

JMM: Creo que algo hay pero no se si es el Dios que me enseñaron en la Iglesia o el que dice la Biblia. Me parece que esas son algunas convenciones que creo el hombre para creer en algo que necesita creer. Indefectiblemente creo que hay algo más grande, más superior y más evolucionado que nosotros y que es tan evolucionado que no lo podemos visualizar ni comprender. Me parece que nuestro raciocinio no llega a entender la inmensidad, entonces nos conformamos con la inmensidad que creemos entender.

 

¿Experimentaste con drogas? ¿Qué opinión tenés sobre la legalización?

R: No experimenté con ninguna droga, más que fumar un porro a los 18 años que no me hizo nada. No me gusta el olor a porro, nunca me vinculé con ningún tipo de droga, nunca tuve la expectativa, ni la necesidad ni las ganas de hacerlo. No juzgo, tengo muchos amigos que sí que consumen drogas.

Yo no puedo conectar en general con la gente que se droga, no con alguien que fuma un porro, con drogas más duras como la cocaína, hay algo de ellos que se altera y yo no puedo conectar mucho con eso. Mi visión es que estaria bueno que se legalice la utilización de algunas sustancias, básicamente porque el análisis mundial indica que la despenalización y la legalización de la droga generan mucho menos mercado negro, menos muerte y menos corrupción. Igual que la despenalización del aborto: todo lo que está penalizado, prohibido y no regularizado lo único que hace es generar un mercado negro, no generar que se erradique.

Entonces como la droga va a seguir existiendo, lo mejor sería que este legalizada y que esté oficializada la ayuda a las personas que se exceden.

 

¿Te gustaría haber tenido algún oficio distinto al que tenés?

R: Siempre tuve claro que si no me hubiera dedicado al teatro me habría dedicado al al fisicoculturismo, pero nunca me pude dedicar.: Entreno aparatos, hago aeróbico, pero nunca me pude dedicar 100% a eso como las personas que se dedican meramente a convertir su cuerpo en realmente un objeto de arte. Hice una obra hace unos años que se llamó “Fetiche” que era la vida de una mujer fisicoculturista, entrené con fisicoculturistas, no entreno con un entrenador social sino con gente que entrena fuerte, estuve en pareja con un fisicoculturista.

Conozco ese mundo muy de cerca y esa vida que hay que tener, la alimentación, el descanso, el sueño… Si no me hubiera dedicado al teatro, habría puesto toda mi pasión a eso.

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