El viernes 15 de abril de 2011, un micro que se desplazaba por la ruta provincial 51 con destino a Ramallo fue interceptado por la Policía Bonaerense, primero, y por la Gendarmería Nacional, después. En él viajaban 100 trabajadores encuadrados en ALEARA, el sindicato de los juegos de azar. Antes de dejarlos partir, los agentes les exigieron sus datos personales. Planeaban realizar un escrache en las puertas del Bingo Ramallo por un conflicto gremial con su titular, a quien le recriminaban que era el único empresario que no suscribía convenios colectivos tanto en ese bingo como en el de Pergamino. También le echarían en cara la precarización laboral.
Tres días después urgieron llamados telefónicos, en los que se exigía que cada uno de los que fueron interrogados por ambas fuerzas fuese despedido. En la denuncia presentada por el secretario general de ALEARA, Ariel Fassione, apuntaban contra Daniel Angelici, a quien el sindicato lo acusaba de “persecución y espionaje”.
El conflicto saltó rápidamente a los medios, mientras Angelici se encontraba en plena campaña por la presidencia de Boca Juniors. Previendo efectos colaterales, Angelici, con pulso de ajedrecista en medio de una partida simultánea, tomó una decisión estratégica: renunció a la presidencia de ambos bingos. Imperceptible para el resto, dejaba impresa su marca registrada: perder para ganar.
La acumulación originaria
De hijo de un obrero italiano que llegó después de la Segunda Guerra Mundial a un importante actor en la industria del azar; factor aglutinante de radicales —y no solo de correligionarios— con vocación de poder, que se salieron de las anquilosadas estructuras partidarias; sinuoso operador judicial y, también, presidente de uno de los clubes más importantes del continente. En apenas tres décadas, a pesar de ser insistentemente subestimado, El Tano amasó un considerable volumen de poder.
Fundamentalmente, Daniel Angelici es un lenguaje. No uno cualquiera, sino un lenguaje de poder. Cualquier lector atento, como mínimo, notó que su nombre transita por las diferentes secciones de los matutinos sin posibilidad de colisión. Todo lo contrario: cada uno de esas corrientes confluye.
Formado al calor de la UCR alfonsinista en los 80, rápidamente, se introdujo en el mundo del juego de la provincia de Buenos Aires en momentos en los que esta actividad no tenía normativa. Los mitos sobre el origen de su fortuna oscilan. El Tano alimenta su leyenda a partir del azar: habría vendido un Renault 12 regalado por Remo, su padre, para sumarse a la quijotesca apuesta de un grupo de panaderos de Parque Patricios en el Partido de La Costa. En cambio, en el propio sector rumean otra historia. Para el director de El Diario del Juego, Juan José Marc, la de El Tano es una versión “edulcorada”. Según él, “viajaban por los municipios de la costa Angelici, Daniel Mautone, que era empleado de la Lotería de la provincia de Buenos Aires, Daniel Amoroso y el hoy abogado mediático Mauricio D’Alessandro. Eran pendejos que se largaban a recorrer lugares donde se jugaba clandestinamente con la idea de detectar dónde se podía”. Esto, para Marc, lo hicieron durante una buena parte de los 80. Lo que es seguro es que los cuatro se vincularon con la industria del juego, ya que los dos primeros se convirtieron en bingueros, el tercero creó el sindicato del sector y el último fue letrado de Codere, el jugador más fuerte.
De La Costa, Angelici saltó a General Rodríguez y a Córdoba, donde, entre los integrantes de uno de los directorios de los bingos, aparecía el actual ministro de Justicia porteño, Martín Ocampo. Ya afianzado, en el 2000 recaló en Pergamino. Allí, erigió su bingo predilecto. Volvería a cruzar fútbol y política. No sólo se convirtió en patrocinante de Douglas Haig, sino que también apoyó al expresidente del club, Javier Martínez,en su camino a la Intendencia de la ciudad.
En Pergamino, El Tano tiene su segunda casa. Por eso no es casual que esa fuese la geografía donde rubricó la alianza con Mauricio Macri en 2004. Eso le permitió a Angelici, primero, desembarcar en Boca Juniors. Y, segundo, situar, desde diciembre de 2007, a muchos de sus cuadros en las estructuras del Estado porteño.
Los caballeros de la mesa ratona
A Macri, Angelici le aportó territorialidad y soluciones judiciales. Consultado para El Tano, libro escrito en coautoría con Ignacio Damiani en 2016, quien mensuró su peso fue José Torello, jefe de Asesores en Nación: “Angelici se sienta en la mesa chica del Presidente”. Cuando Cambiemos llegó a la Casa Rosada, Angelici se ocupó de poner un hombre de su íntima confianza en la AFI: Sebastián De Stefano, ex presidente del Consejo de la Magistratura de la Ciudad. El Petiso quedó a cargo de la Secretaría de Asuntos Jurídicos. El área en la que El Tano ubicó a De Stéfano no es una cualquiera: los asuntos jurídicos son un enlace con el agitado fuero federal, una potencial válvula de dominio para negociar con los jueces de mayor peso. A su vez, Juan José Gallea quedó como director de Finanzas del organismo. El Tano dio su aval junto a Coti Nosiglia para que maneje la “caja” de la nueva agencia. No es casual que su nombre haya tenido consenso: Gallea es íntimo de Darío Richarte, ex Nº2 de la ex SIDE, titular de un poderosísimo buffet de abogados, ex socio de Sergio Spolzky y actual vicepresidente tercero de Boca, club al que suele representar en las votaciones de la AFA.
Sin posibilidad de reelección en Boca, quienes fatigan las instalaciones del club notaron que el titular del IPS bonaerense y angelicista de la primera hora, Cristian Gribaudo, está prácticamente instalado allí. Con la venia de El Tano, sólo le faltaría que levante su pulgar Macri.
Cuando Cambiemos se alzó con la victoria, fue Lilita Carrió quien le marcó la cancha al presidente de Boca y vicepresidente del Colegio Público de Abogados de la Ciudad. El embate público conllevó una causa por presiones sobre la justicia. Puntualmente, lo acusó de pactar la salida del juez Norberto Oyarbide. Al igual que en circunstancias similares muchos de sus rivales dentro y fuera del oficialismo celebraron el traspié. Los medios rápidamente elucubraron que Macri lo correría de su mesa chica. No obstante, Angelici sabe que la marea política y periodística sube y baja. Lo que pocos notan ante cada situación adversa similar es que sus fichas ya están integradas definitiva e imperceptiblemente al sistema PRO y El Tano sabe cuándo aplicar “el viejo truco de andar por las sombras”.
por Julián Maradeo