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Marcelo Dupleich: “Mostrar un personaje como éste es un riesgo”

Marcelo Dupleich, dibujante de cómic. Es hijo único de padres separados y de chico fue aviador. No hace otra cosa en la vida que dibujar, por eso tiene una escuela hace más de 15 años llamada La Ola. Según él y su modestia, “hace años viene haciendo un montón de cosas que prácticamente no le interesarían a nadie”.

Dueño de un grado de hipocresía bastante razonable como para ser considerado un buen tipo y caerle bien a casi todo el mundo, presenta su nuevo libro Mierdapura.

 

Tenés una trayectoria profesional consolidada, viviste en el exterior mucho tiempo. ¿Cómo fueron tus comienzos? ¿Alguna vez pensaste en ser dibujante de cómic?

Yo empecé en realidad como dibujante de cómics, dando clases y publicando en Fierro, El Tajo, La Parda, etc. La pintura, escultura y todo lo demás vino después, cuando me metí a estudiar Bellas Artes en la “Prilidiano Pueyrredón” y posteriormente en Alemania (Düsseldorf), donde descubrí el conceptualismo y zaraza, pero mi gran amor es definitivamente la historieta, ahí empecé hace casi 30 y pico de años y de alguna manera siempre vuelvo al mismo lugar. Ahora, a los 50 ya casi que me quedo acá y no me voy más.

 

Roberto, el protagonista de Mierdapura ya vivía en tu libro anterior ¿Cómo nace este personaje?

De las entrañas de la pelotudez humana, creo yo, algo así como una especie de límite de la maldad, pero de la maldad berreta. Yo quería crear un ser absolutamente despreciable, que no tuviera ningún costado, por el cual el lector pudiera empatizar con él. Así nace “Roberto, un tipo de mierda”, y ahora Mierdapura.

El cómic en Argentina viene de larga data y siempre ligado a lo irreverente, a lo no dicho, a la crítica desde el humor. ¿Por qué leer Mierdapura en el contexto actual?

Precisamente por esa especie de límite del cual te hablaba antes, o por lo menos yo lo pienso así. Son tiempos muy políticamente correctos los que corren y mostrar un personaje como este que está absolutamente del otro lado de todo, es un riesgo, pero creo que también es necesario para visibilizar más aún todo lo que está pasando, todas estas transformaciones sociales que estamos viviendo.

 

Sos maestro de nuevas generaciones desde tu escuela La Ola, ¿Qué le dirías a alguien que tiene ganas de iniciar su camino como dibujante?

Que lo inicie, que se yo, y que después se banque la que venga, ja. Hablando en serio, pienso que vivir esta vida miserable haciéndolo que a uno le gusta es lo mejor que te puede pasar, para todo lo demás existen las tarjetas de crédito.

Tu actividad es muy particular. ¿Te gustaría compartirnos alguna anécdota sobre tu experiencia como dibujante de cómics?

Son muchas, que se yo, estaríamos todo el día. Trato de vivir al palo cada cosa que hago y que me pasa, así que supongo que eso convierte en anécdota un montón de cosas.

Mi vida en Berlín casi al mismo tiempo de la caída del muro significó cambios muy fuertes para mi obra y para mi vida en lo personal. Estaban sucediendo cosas que cambiaban la historia en ese momento y yo estaba ahí, así que esos años los recuerdo como un montón de anécdotas muy movilizantes.

Después ya acá en Argentina, fundar mi escuela, el reencuentro con muchos colegas/amigos, ver todo lo que se generó y genera este lugar también es muy importante para mí y me permite seguir vivo en todo sentido.

 

Para finalizar, ¿Tenés en mente algunos nuevos proyectos por venir?

Sí, mil libros de “Roberto, un tipo de mierda” más.

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